En medio del crecimiento incontrolable de la mayoría de nuestras ciudades, resulta cada vez más urgente reconocer y revalorizar el espacio público.

Según el artículo “La importancia y la apropiación de los espacios públicos en las ciudades”, de la Revista de Tecnología y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, el interés por los espacios públicos ha disminuido debido a que no todos los habitantes de una urbe tienen acceso a ellos. Otra de las razones de este fenómeno es el desinterés que se muestra, motivado en parte, por la delincuencia o el descuido de los lugares, por parte de los ciudadanos y las autoridades.

La importancia de contar con este tipo de espacios dentro de una ciudad radica en que, si todos nos sentimos parte de algo, es más viable que también tomemos decisiones en función colectiva y no sólo desde una posición individual.

En el caso de la Ciudad de México, la figura del peatón y del ciclista son quizá las más castigadas.

Cerca del 87 por ciento de los capitalinos encuestados por la empresa Parametría en 2015, creen que la Ciudad de México no es un lugar seguro para los peatones, y el 91 por ciento, siente lo mismo con respecto a los ciclistas.

Y es que son miles los accidentes y atropellamientos en la ciudad derivados de las conductas negativas que tenemos los ciudadanos al compartir este espacio común llamado Ciudad de México.

“Hemos construido una ciudad, para una minoría privilegiada”, aseguró Areli Carreón, coordinadora de Políticas Públicas de la Asociación Civil Bicitekas.

Y es que, de acuerdo con datos que posee esta agrupación ciudadana, mientras se gasta más en infraestructura para sólo el 30 por ciento de todos los viajes de la ciudad que se hacen en auto, el 70 por ciento de la población sufre para poder transitar por una ciudad insegura para los peatones, que al final, somos todos.

El uso de la bicicleta es quizá una de las mejores opciones de movilidad urbana a la que podemos acceder. Sin embargo, las condiciones de esta ciudad, la peligrosidad que implica, y la falta de espacios que puedan incentivarla, son algunas de las barreras con las que muchas personas, que están contemplando este medio de transporte, se topan todos los días para tomar la difícil decisión de trasladarse de un punto a otro.

Sobra decir que los problemas de tránsito, e incluso, la demora de los trenes del metro o la imposibilidad de abordarlos en ciertos horarios, hacen que los ciudadanos perdamos entre 2 y 4 horas de nuestro día solamente en ir de un lugar hacia otro.

La contaminación es otro de los problemas que dejarían de empeorar si el uso de transportes alternativos fuera posible dentro de las grandes ciudades como la nuestra.

Así que el factor tiempo-espacio sigue siendo una de las mayores desventajas para quienes vivimos en urbes imposibilitadas y carentes de espacios para que todos, sea donde sea nuestro domicilio, nos sintamos cómodos siendo parte de una estructura que nos mira con la misma importancia con la que ve a los automóviles.

Por: Erika Rosete.
Fotografía: Roberto Rico.

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