“Los gritos se volvieron silencio, el silencio se volvió rutina, la rutina se volvió aburrimiento, y el aburrimiento se volvió insoportable”

Los temas de relacion de pareja y su convivencia, son cada vez mas remarcados en un un lapso con principio y vigencia, la era de la tecnología donde algunos no acabamos por situarnos o que cómodamente nos adaptamos al nuevo esquema de lo que llamaríamos emociones auto destructivas; quizás les suene a fundamentos muy existencialistas en el andar de la soledad individual. ¿Pero quien sabe la verdad? ¿Quien tan consciente de visiones futuristas? ¿Donde se firma la garantía de un amor solido y suficiente que nos desapega del yo en soledad? estas preguntas no solo están en el aire todo el tiempo, si no que nos muestran una idea torcida y errada de querer saber el pensar de otro individuo al punto de agonía, que su único pecado es compartir su buena o mala percepción del amor.

La puesta en escena ¿Recuerdas el viento? retrata con episodios muy puntuales, la vida de una pareja que se convierte en este mezquino monstruo de la codependencia y rituales que hacemos para sentirnos con un poco de aire, aun cuando las manos del otro amado, son las que asfixian. Si pasas ó estas pasando por este torbellino emocional y mental, encontraras un fiel retrato de que las cosas no siempre son como tu quieres y aunque quieres, no siempre deberían de ser. Con una actuación digerible de los actores Diana Bastida y Juan Carlos Garcia encontramos momentos incómodos que crujen en las vísceras y te transportan a esos tristes momentos, conectar con el espectador a un nivel tan intimo solo es posible con buenos argumentos, los cuales encontramos en esta obra.

En caminos donde soltar y dejar ir es un buen confort, las dudas y preguntas serán el martillar diario hasta encontrar sanación; lapsos pasionales, escenas de cuerpos rotos en su interior y golpes certeros para desenmarañarnos y encontrarnos de nuevo, es lo que ofrece la obra en su ultima temporada y que a manera personal no es recomendable perdérsela, ya que mas allá de presentarte un oscuro lugar, que no deseo que pisen; encuentras una forma alternativa de hacer teatro, este formato independiente con espacios reducidos le llena a chorros el ojo al asistente y donde actualmente en un mundo de apariencias y malas decisiones, regresar a lo básico, creo, es la nueva respuesta.

Para el existencialismo el Otro es el único que puede darnos nuestra identidad verdadera. Luego es por un egoísmo generoso que aspiramos al Amor. Pero como el Otro es a su vez un, yo que lucha también por afirmarse, el amor se transforma en necesidad recíproca. Dependencia que se satisface como una apetencia egoísta y cruel. Esta sumisión atormentada de uno mismo hacia Otro es una trascendencia esclava. En el capítulo Fenomenología del Eros, Levinas nos describe el combate de egoísmo recíproco de los amantes para unirse, analizando con profunda sutileza la ternura, la compasión, la caricia, la pasión carnal. Y llega a la conclusión de que el Amor es la Trascendencia misma en la que se realizan los Deseos mutuos, sin poder vencer los egoísmos particulares de los amantes. «Amar es también amarse en el Amor.»

Fragmento tomado de elpais.com que apareciera en la edición impresa del Miércoles, 9 de noviembre de 1977.

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